jueves, 29 de abril de 2010

Martin Englebrodde


“Aquí yace Martin Englebrodde. Ten piedad de mi alma, Señor, como yo la tendría si fuese Dios, y tú, Martin Englebrodde”.

Inscripción en una sepultura inglesa.






Le dije al payaso que no pusiese tanta pólvora en el cañón, pero no me hizo caso y aquí estoy, volando alrededor del mundo esperando que la gravedad trabaje hoy. Mi nombre es Martin Englebrodde y soy un hombre-bala que lleva dos años en el aire. Desde aquí las estrellas son más hermosas, brillantes y numerosas. Las personas, también.
Cuando vivía en tierra me fui alejando poco a poco de todos mis seres queridos, después me fui alejando de todos los seres. Caminaba entre mis semejantes como si fuesen minas en la carretera, y aunque hablaban mi mismo idioma no entendía ni una palabra de lo que decían.
Desde que viajo por el mundo planeando he observado como os relacionáis con vuestras parejas, hijos, amantes, camareras de vuestro bar favorito, padres, enemigos, peluqueros, vecinos, amigos, jefes, guías espirituales, monitores del gimnasio, compañeros de trabajo, pescaderos, vendedores ambulantes, abuelos…
He visto como equilibráis la balanza de sentimientos y mentiras, como el mundo estallaría en mil pedazos sin este cambalache infinito.
Ahora, desde las nubes, os entiendo.
Sé que cuando me estrelle, moriré. Cuando llegue el momento intentaré que mi epitafio esté a la altura de vosotros. Os lo prometo.

domingo, 25 de abril de 2010

PRIMAVERA




Hay momentos en que tu vida se curva hasta que los extremos se tocan, tus sueños de la infancia y los desengaños del presente son el principio y la meta de un circuito de carreras en el que sólo puedes dar vueltas y vueltas hasta quedarte sin combustible. Sin bandera a cuadros. Sin champán en el podio. Sin ganadores ni vencidos.
Llega la primavera y es hora de limpieza. De tirar lo que no necesitas y ordenar tus miedos por orden alfabético, de limpiar la mugre de tus ventanas para que entre la luz del día y guardar la estufa que te mantiene caliente dentro. Es hora de vivir.
No necesitas cincuenta productos de limpieza diferentes, sólo tienes que llenar un cubo con agua y quitar el polvo que la sociedad ha depositado en ti hasta que puedas contemplar qué es lo que te hace feliz. Y si no tienes temor a lo que ves, la catarsis ha comenzado y el fracaso empieza a desvanecerse poco a poco como la oscuridad de la noche al amanecer.

viernes, 16 de abril de 2010

DECÁLOGO DE LA FELICIDAD






1.- Acepta como axiomas todas las reglas establecidas.

2.- Rompe alguna regla de vez en cuando para sentirte vivo.

3.- Si tienes que crear una doctrina, crea también su Némesis.

4.- Abriga tus sentimientos con apariencias.

5.- El amor es dolor. El dolor es existencia.

6.- Vive con la culpa y la vergüenza como aliados inseparables.

7.- El sexo ocasional te reafirmará como persona.

8.- Ocúltate tus debilidades y miedos.

9.- Ten sólo sueños inalcanzables.

10.- Levántate de la cama cada mañana dispuesto a LUCHAR.

domingo, 11 de abril de 2010

Héroe





No, no me llamen héroe. ¿Quieren saber quienes son los verdaderos héroes? Las personas que cada mañana temprano van a sus trabajos normales, reciben una llamada de auxilio del comisionado y se quitan sus lentes y se ponen capas y vuelan por ahí combatiendo el crimen. Esos son los verdaderos héroes.
Dwight Schrute.






A veces me siento como si fuera un grano de maíz rodeado de granos de maíz encerrado en una bolsa de papel, escuchando a alguien fuera leer unas instrucciones en voz alta: dos minutos y medio a máxima potencia del microondas y tenga cuidado con el vapor al abrir. Sabes que algo va a suceder y tienes ganas de batir el record del mundo de los mil metros empujando a proxenetas y putas que te insultan en ruso. Bueno, últimamente me junto con gente poco recomendable.
La idea de huir alguna vez de nuestros problemas es infantil, eso dicen. Quien nos ha metido en la cabeza esta mierda es el mismo que nos ordena que aunque te sientas muy pequeño e insignificante, la tele tiene que ser muy grande y muy nueva. Y tener un piso en propiedad decorado por Ikea. E hijos hermosos. Y pareja perfecta. Y un trabajo en el que te sientas atrapado por tiempo indefinido.
Tengo tantos miedos, frustraciones, manías e inseguridades que si tuviese que describirlas una a una tardaría toda la vida, porque además tienen la gran habilidad de generar nuevas a cada momento. Yo, que de pequeño soñaba que de adulto sería indestructible, estoy tan lejos de ser un héroe como de ser el primer hombre que viaja más allá de la velocidad de la luz a una galaxia remota para traer de vuelta una fuente de energía eterna que salve a toda la humanidad.

sábado, 3 de abril de 2010

LA SOLEDAD





Lo más extraño no es el estado de consciencia mientras estaba totalmente inmóvil, ni ver a mis seres queridos llorar desconsolados a pesar de que durante la mayor parte de la vida me he sentido solo. Recuerdo que me sorprendió mucho que al cerrar el ataúd y escuchar golpear los palazos de tierra encima, siempre pude ver en la oscuridad de mi tumba con una luz brillante, como si estuviese tomando el sol a mediodía. Veía mi mandíbula, mi pecho, mis pies, mis brazos, mi abdomen y mi pene envueltos en el estúpido traje azul marino con el que me vistieron.
Cuando acabaron de enterrarme el silencio me tranquilizó durante unos minutos, hasta que fui consciente de que nunca escucharía el más leve rumor, de que estaba sordo para la eternidad. Nada más lejos de la realidad, aún me quedaba algunos sonidos por escuchar.
Notaba como mi cuerpo empezaba a fermentar, como la carne poco a poco se pudría. De vez en cuando un leve crujido en mi interior me sobresaltaba, como si unos diminutos e incómodos vecinos arrastrasen muebles dentro, pero no sentía ningún dolor, ni repulsión, ni miedo, ni angustia; sólo un frío tenue a tono con la lividez de mi piel, que notaba cada vez más transparente. Las grasas acumuladas en el abdomen se transformaron en una sustancia jabonosa y de mal olor, sentía como si todos los órganos flotasen en glicerina y huesos licuados. Billones de bacterias me pedían como primer plato en el menú del día y los gusanos empezarían pronto a llegar al restaurante de moda en el cementerio.
El sonido de los helmintos arrastrándose mientras me devoraban fue el último que recuerdo haber escuchado, los sentía en mi interior, detrás de los ojos, en la lengua, en los dedos de las manos, en el cerebro, en el estómago. El frío cada vez era más severo en la medida que mi carne desaparecía y el esqueleto asomaba.
El tiempo daba tumbos como un borracho. Las horas, los días, los meses y los años cimbreaban chocándose con las paredes del féretro, era como si todo lo que ocurriese en el universo era la reducción de un ser humano a polvo.
Empecé a temblar cuando la osamenta se transformó en harina, era como estar enterrado en un iceberg flotando alrededor del Polo Sur. Flotaba en un mar gélido, buscando para siempre el calor que me arropase y dejar de tiritar. Pasaron siglos desde mi muerte y aún vago por esta soledad congelada y eterna, buscándote, seas quién seas, para abrazarme a tu cuerpo y no soltarme nunca. Para despertarme a tu lado cada nueva mañana y hacer el amor hasta quedarnos sin fuerzas.