jueves, 29 de abril de 2010

Martin Englebrodde


“Aquí yace Martin Englebrodde. Ten piedad de mi alma, Señor, como yo la tendría si fuese Dios, y tú, Martin Englebrodde”.

Inscripción en una sepultura inglesa.






Le dije al payaso que no pusiese tanta pólvora en el cañón, pero no me hizo caso y aquí estoy, volando alrededor del mundo esperando que la gravedad trabaje hoy. Mi nombre es Martin Englebrodde y soy un hombre-bala que lleva dos años en el aire. Desde aquí las estrellas son más hermosas, brillantes y numerosas. Las personas, también.
Cuando vivía en tierra me fui alejando poco a poco de todos mis seres queridos, después me fui alejando de todos los seres. Caminaba entre mis semejantes como si fuesen minas en la carretera, y aunque hablaban mi mismo idioma no entendía ni una palabra de lo que decían.
Desde que viajo por el mundo planeando he observado como os relacionáis con vuestras parejas, hijos, amantes, camareras de vuestro bar favorito, padres, enemigos, peluqueros, vecinos, amigos, jefes, guías espirituales, monitores del gimnasio, compañeros de trabajo, pescaderos, vendedores ambulantes, abuelos…
He visto como equilibráis la balanza de sentimientos y mentiras, como el mundo estallaría en mil pedazos sin este cambalache infinito.
Ahora, desde las nubes, os entiendo.
Sé que cuando me estrelle, moriré. Cuando llegue el momento intentaré que mi epitafio esté a la altura de vosotros. Os lo prometo.

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