domingo, 5 de septiembre de 2010

SED

Vuelve esa sensación. Una y otra vez, cada recuerdo le oprime el pecho, le nubla la vista, le seca la garganta. Vacía la botella de un trago pero no le calma. No es esa sed. Se levanta de la barra del bar acompañado de hordas de hoplitas que viajan por su sangre, se enfunda su abrigo de los domingos, día del Señor, y el Diablo sale a hacer su trabajo, ese que lleva tantos siglos llenando cada segundo de su existencia. El olor azufre no levanta sospechas entre los incautos que hace años pactaron. Un alma a cambio de siete pecados, justo precio. Cuando la cacería es buena, las cicatrices de los omoplatos que una vez sujetaron alas se inflaman avisándole de que él sufre. Pero no es suficiente para aplacar esa maldita sed. La noche desaparece como un cadáver en el río y el sonido de los despertadores inunda la ciudad, Lucifer entra en la catedral y mira al crucificado preguntándose cuándo acabará esta venganza. Y con las entrañas podridas después de beber agua bendita de la pila, se da la vuelta y regresa a su misión, sintiendo un dolor infinito, aliviado por calmar la sed.


Escrito por Susana y Joseangelito

No hay comentarios: