domingo, 23 de mayo de 2010

DESASTRE

Si te caes tres veces, levántate cuatro. Eso dicen. Guardé mis sentimientos en bolsas de diferentes colores, siempre me ha gustado reciclar, y los tiré a los contenedores correspondientes. Espero de verdad que se separe, porque si la basura de toda la ciudad va al mismo lugar, en el vertedero habrá un yo reconstruido que olerá fatal. Ver como un anciano tropieza y se divide la cadera en dos, niños calcinados en un accidente de avión, la sangre de las focas con la cabeza abierta por un bate de béisbol, el cáncer terminal de mi abuelo, las lágrimas de mi novia cuando le dije que me dejara en paz para siempre son fantasmas que nunca más volverán. Todo lo que existe en la tierra -gases, animales, vegetales, sólidos, líquidos- está compuesto por la combinación de los ciento diecinueve elementos de la tabla periódica. Incluso el amor, odio, lástima, pena, culpa, ira, frustración, fracaso, alegría son cócteles como la ginebra con tónica y una rodaja de lima en un vaso ancho con hielo. He despedido al barman y ahora todas mis emociones viajaban por una larga carretera recta y plana, el coche tiene el aire acondicionado a veinticuatro grados y el piloto automático encendido, así que es imposible que pueda caerme otra vez. Pero hay algo que me inquieta, es como cuando llegas a casa después de un mal día en la oficina y estrellas la corbata contra el suelo, te quitas la ropa y tomas una larga ducha. Siento alivio y, desastre, una tenue felicidad. Quizás sea como la gripe y se cure con un poco de reposo y analgésicos.

2 comentarios:

antonio bret dijo...

mola reconocer nuestras cosas en lo que escribes, jeje

Unknown dijo...

muy bueno... como una bofetada de realidad...