jueves, 4 de noviembre de 2010

La espera

¡Qué se puede hacer cuando el sonido de las agujas del reloj es esponjoso y no fluye! Cuando puedo oír el clamor de la sangre impulsada a la velocidad de la luz por la angustia de la espera. Las sombras del atardecer tatúan nuestras promesas en los edificios, dibujando cada segundo con las letras de tu nombre y el color azul de tus suspiros. Maldito lunes. Maldita época las horas que no estoy contigo.

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