jueves, 14 de octubre de 2010

El primer día.

Caminé por bóvedas adustas

escuchando el crujir de la soledad,

la risa soez de los presagios atávicos.

Enfundado en la pleura,

perdido entre las asaduras de la savia,

leía la vida en los escombros.

Hasta que llegó el primer segundo,

lleno del fulgor purpúreo del alba,

a un lunes de gloria pírrica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿De dónde te sacas estas palabras tan raras?

Fdo. el primo del santi que no te manda las fotos

LA BROMA ASESINA dijo...

en las 3000 viviendas hablamos así