domingo, 17 de febrero de 2008

no country for old men




Cuando un fantasma te persigue para matarte, lo único que puedes hacer es intentar vivir el mayor tiempo posible. Y si eres un espectador, lo mejor es que cierres los ojos y abandones antes de que la sangre te salpique.
Anton Chigurh levita por la historia, como un sueño, rompiendo el silencio con el sonido de su moneda, impartiendo la justicia más divina, la única que realmente existe: El azar.
Porque es el azar quien decide el devenir y la resolución, como en la vida real, aunque, de alguna manera, sabemos como va a acabar todo. Y es entonces cuando nos damos cuenta que lo importante no es si ha salido cara o cruz, sino el camino que ha realizado la moneda para, en un determinado momento, ser lanzada para dilucidar entre vida y muerte.

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